19 de agosto de 2018

CREYENTE


HUMANO, EDUCADOR Y CREYENTE
Un aporte al mundo educativo

CREYENTE
Me atrevo a afirmar que este es el escrito más difícil, no por lo que pueda expresar de mi experiencia o formación religiosa, sino porque toca un área de la vida que para algunos es detestable y para otros es apasionante y revitalizadora. Para nada pretendo crear polémica o imponer ideas, todo lo contrario, siempre he pensado que el ser humano que cree en Dios no sería capaz de atropellar o violentar el pensamiento, las acciones, decisiones de los otros; eso solamente lo hace una persona que no cree en Dios, porque Dios es amor.

“7 Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios.
Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.
El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.” (1Jn 4,7-9)

Entonces comencemos por reconocer las diferencias, como pueden ver las tres áreas (humano – educador – creyente) están muy relacionadas, nuestra fe, nuestras creencias responden a una historia personal, a un génesis. 

En diferentes charlas o clases de formación religiosa he afirmado que la única herencia real que nuestros padres nos han de dejar es la “fe”. 

Ejemplos:
·         * Si los padres creen ciegamente, sin haber procesado las teorías religiosas aprendidas, eso impactará positiva o negativamente en los hijos.
·         * Si los padres no creen en ninguna religión, ni en Dios, eso impactará positiva o negativamente en los hijos.
·        *  Si los padres son agresivos, maltratadores, o permanecen ausentes de la vida de los hijos, entonces dudo que esos niños quieran ver a Dios como “padre o madre”, no creo que sea la mejor comparación.
·         * Si los padres son amorosos, educados, trabajadores, preocupados, creyentes, fieles el uno para con el otro, entonces la comparación de Dios con la imagen paterna y materna será la correcta.

De esta manera podría seguir colocando ejemplos, lo importante es hacer consciencia de “nuestra” propia experiencia de Dios y una vez que lleguemos a reconocerla y detectar sus fortalezas y debilidades, estaremos preparados a dar el siguiente paso, definirme como creyente o no.

Recomiendo que eso se defina luego de un proceso de revisión profundo, serio y responsable, acompañado por una persona conocedora del tema, esto no es pura psicología, acá entra a jugar un papel importante la teología y sobre todo la teología antropológica.

Un docente que ha madurado y aclarado su experiencia de Dios, seguramente podrá compartirla con sus estudiantes sanamente, sin vicios o radicalidades; pero un educador que no ha vivido este proceso de construcción sólida y responsable, irá por la vida reflejando dichas heridas o conflictos.

Atención, lo afirmado en los párrafos anteriores no se está limitando a los profesores de formación religiosa, estoy considerando a todos los hombres y mujeres que deciden asumir la profesión de educadores.

Pensemos por unos minutos en una clase de matemáticas en la que se hable de Dios en uno de sus contenidos: los números perfectos, ¿cómo abordar el tema teológico dentro de este contenido?



  
“Impresionante que la secuencia de Fibonacci (la serie donde cada número es la suma de los dos anteriores: 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, etcétera) se presente en su estado más puro en figuras como: la espiral de las galaxias, el centro de los girasoles, el remolino de los huracanes y la elipse de los nautilos.” (Ecoosfera.com)



Y sería interesante que cada uno de los profesores comenzara a pensar y a relacionar su área con una experiencia de fe, sin crear polémica o conflictos, sino más bien ahondando en ese proceso personal de revisión y construcción. Que no les traicione la rutina, cuidado y confunden esta propuesta con ponerse a orar o a rezar.

En esta área lo que suelo recomendar es que si usted como educador reconoce que su experiencia de Dios no ha sido muy positiva, si usted identifica las heridas, lo mejor es no revelar las mismas a los estudiantes y menos si ellos son menores de edad, ya que no cuentan con todas las herramientas necesarias para discutir, procesar o interpretar lo que se les está intentando decir.

Como bien dicen los médicos pediatras, no le debemos dar alimentos muy pesados y complejos en su digestión a niños de pocos meses de nacidos, ya que sufrirían de una terrible indigestión, la mamá debe estar muy atenta. Lo mismo debemos considerar al abordar ciertos temas, sobre todo si son religiosos, y no estoy queriendo decir que hay que esconder situaciones o teorías, nada de eso, sino que hay que saber abordarlas y enfrentarlas con aquellos que aún están en proceso de crecimiento.

Algunas personas me han escuchado decir “es lamentable toparse con seres humanos en las calles que aún caminan con el traje de la primera comunión puesto, ¿no se dan cuenta que ya no les queda?” Triste pero cierto y ¿quién es el responsable de que esto esté pasando? Algunos de los responsables son los catequistas, los párrocos, los docentes de educación religiosa, los educadores y por supuesto la misma persona.

Estamos en pleno siglo XXI, ya es hora de dar el paso, de quitarnos el traje de la primera comunión y colocarnos uno que nos quede bien, que esté adecuado a nuestra talla y edad.

Con gusto puedo seguir profundizando este tema en los encuentros formativos, para mayor información pueden escribir al correo leofsc@gmail.com

Viva Jesús en nuestros corazones… por siempre.

2 comentarios:

  1. Hermano mi humilde opinión es que un Docente que ha tenido en su vida una experiencia con Dios y que ha internalizado esa experiencia en su vida, sencillamente con el ejemplo y con el trato diario con los estudiantes va enseñando sin darse cuenta muchos de sus valores a los niños y jovenes, son los docentes que terminan haciendose más cercanos o que de alguna manera le llegan más a sus estudiantes a diferencia de un docente que no es creyente.

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    1. Excelente comentario, estoy totalmente de acuerdo. Considero que todo ser humano ha tenido una experiencia con Dios, como lo menciono en el escrito, la diferencia estaría en que no todos hemos aprendido a traducir y aprovechar cada experiencia en nuestra acción como educadores.
      Inmensamente agradecido por tu comentario, espero que cada publicación sea de utilidad y pueda ser compartida con otras personas.

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