9 de septiembre de 2018

LA CLASE DE EDUCACIÓN RELIGIOSA QUE HA ESTADO PENDIENTE



LA CLASE DE EDUCACIÓN RELIGIOSA (ERE) QUE HA ESTADO PENDIENTE

Este escrito nace luego de vivir la eucaristía del día sábado 08 de septiembre, día en el que conmemoramos el nacimiento de la Santísima Virgen María.

El día 07 fue mi cumpleaños, he querido dedicar tiempo a leer cada mensaje que me ha llegado a través de las redes sociales y he tratado de responder unas breves líneas a cada persona que gentilmente me envió un saludo de feliz cumpleaños, ser agradecido es una de las acciones que enriquecen el corazón y abren las puertas de la amistad, también me siento limitado al no saber cómo llegarle a todos y darles un fuerte abrazo y tener la oportunidad de volver a sentarnos a dialogar de la vida, de todo aquello que nos tumba y levanta en medio del terrible cotidiano.

Este escrito está dedicado a cada uno de mis exalumnos.

Hace muchos meses atrás unos exalumnos me pedían que les volviera a dar una clase de ERE, quedé gratamente sorprendido ya que eran hombres y mujeres adultos, universitarios, llenos de nuevos compromisos y realidades, cada uno luchando y tratando de desarrollar su itinerario personal. 

Evidentemente estas líneas no logran generar los mismos sentimientos y experiencias que se obtienen en una clase presencial, haré todo el esfuerzo de tocar una vez más sus corazones y abrir sus conciencias. Como siempre lo hacía y en silencio para que no se dieran cuenta, me ponía en la presencia de Dios y le pedía que pusiera en mis labios las palabras adecuadas y que no sea yo el que hable sino su Santo Espíritu.

Comencemos…

“Cuando yo tenía seis años vi en un libro sobre la selva virgen que se titulaba "Historias vividas", una magnífica lámina. Representaba una serpiente boa que se tragaba a una fiera. En el libro se afirmaba: "La serpiente boa se traga su presa entera, sin masticarla. Luego ya no puede moverse y duerme durante los seis meses que dura su digestión".

Reflexioné mucho en ese momento sobre las aventuras de la jungla y a mi vez logré trazar con un lápiz de colores mi primer dibujo. Mi dibujo número 1 era de esta manera:

 
Enseñé mi obra de arte a las personas mayores y les pregunté si mi dibujo les daba miedo.
 —¿por qué habría de asustar un sombrero?
— me respondieron.

Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digiere un elefante. Dibujé entonces el interior de la serpiente boa a fin de que las personas mayores pudieran comprender. Siempre estas personas tienen necesidad de explicaciones. 

Mi dibujo número 2 era así:

Las personas mayores me aconsejaron abandonar el dibujo de serpientes boas…”

Alguno de ustedes seguramente estará diciendo “Leo es demasiado predecible” y te doy la razón, cómo no serlo si lo único que he hecho durante todos estos años es amar cada una de las clases y experiencias vividas con ustedes. Uno no olvida lo que ama.

 Antoine de Sanint Exupery y yo venimos viviendo lo mismo, lo afirmo por lo que él escribe su maravillosa obra titulada “El Principito”. Cada vez me convenzo más de lo complicadas que somos las personas mayores, tan fácil que es reír, hacer nuevos amigos, viajar a otros planetas (entrar y dejar que entren en tu vida), dibujar sonrisas, escuchar al otro sin juzgarlo y darle un abrazo que le recargue las energías, tan sencillo que es ver más allá de los 4 dedos desenfocar por un ratico y poder decir 8 (La película Patch Adams de Robin Williams), tan sencillo que es ver un elefante con una boa adentro y seguirle la corriente al niño que con mucho esmero dibujó lo que en su imaginación se construía.

Si hoy te encuentras fuera de Venezuela y has estado enfrentando situaciones muy difíciles y tristes, te invito a no rendirte, a seguir adelante, a continuar la lucha por tus sueños, el autor del Principito no se rindió, siguió adelante, no abandonó del todo su deseo de dibujar, de hacer aquello que su corazón le indicaba aunque todo el mundo se pusiera en su contra o algunos le tratasen de loco.

“Viví así, solo, nadie con quien poder hablar verdaderamente, hasta cuando hace seis años tuve
una avería en el desierto de Sahara. Algo se había estropeado en el motor. Como no llevaba conmigo ni mecánico ni pasajero alguno, me dispuse a realizar, yo solo, una reparación difícil. Era para mí una cuestión de vida o muerte, pues apenas tenía agua de beber para ocho días.
La primera noche me dormí sobre la arena, a unas mil millas de distancia del lugar habitado más
próximo. Estaba más aislado que un náufrago en una balsa en medio del océano. Imagínense, pues, mi sorpresa cuando al amanecer me despertó una extraña vocecita que decía:

— ¡Por favor... píntame un cordero!
—¿Eh?
—¡Píntame un cordero!

Me puse en pie de un salto como herido por el rayo. Me froté los ojos. Miré a mi alrededor. Vi a un extraordinario muchachito que me miraba gravemente. Ahí tienen el mejor retrato que más tarde logré hacer de él, aunque mi dibujo, ciertamente es menos encantador que el modelo.

 Imagen relacionada

Pero no es mía la culpa. Las personas mayores me desanimaron de mi carrera de pintor a la edad de seis años y no había aprendido a dibujar otra cosa que boas cerradas y boas abiertas.

Miré, pues, aquella aparición con los ojos redondos de admiración. No hay que olvidar que me encontraba a unas mil millas de distancia del lugar habitado más próximo. Y ahora bien, el muchachito no me parecía ni perdido, ni muerto de cansancio, de hambre, de sed o de miedo. No tenía en absoluto la apariencia de un niño perdido en el desierto, a mil millas de distancia del lugar habitado más próximo. 

Cuando logré, por fin, articular palabra, le dije:
— Pero... ¿qué haces tú por aquí?

Y él respondió entonces, suavemente, como algo muy importante:
—¡Por favor... píntame un cordero!

Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer. Por absurdo que aquello me pareciera, a mil millas de distancia de todo lugar habitado y en peligro de muerte, saqué de mi bolsillo una hoja de papel y una pluma fuente. Recordé que yo había estudiado especialmente geografía, historia, cálculo y gramática y le dije al muchachito (ya un poco malhumorado), que no sabía dibujar.

—¡No importa
—me respondió
—, píntame un cordero!

Como nunca había dibujado un cordero, rehíce para él uno de los dos únicos dibujos que yo era
capaz de realizar: el de la serpiente boa cerrada. Y quedé estupefacto cuando oí decir al hombrecito:

— ¡No, no! Yo no quiero un elefante en una serpiente. La serpiente es muy peligrosa y el elefante
ocupa mucho sitio. En mi planeta es todo muy pequeño. Necesito un cordero. Píntame un cordero.”

¿Te sientes solo como el piloto en medio del desierto? 
¿Sin nadie con quien hablar verdaderamente? Abre bien los ojos, no te distraigas, es posible que un Principito esté tratando de ser tu amigo, de pedirte que hagas algo que dices no saber hacer y él en medio de su inocencia te ponga al límite, exigiendo de ti lo que sí puedes dar y hasta ahora no sabías.

¿No sabes dibujar? Sigue adelante, raya y borra las veces que sea necesario. Todos los que hemos tomado la decisión de salir de nuestra patria amada hemos aprendido a hacer cosas que nunca nos imaginamos que haríamos, nos hemos convertido en expertos superando dificultades y ganándonos un puesto en la sociedad. Tú estudiaste en un colegio La Salle y como dice Juan Bautista De La Salle en la película que seguramente alguno vio cuando era niño: “La Salle y cobardía no casan”. Así es, somos herederos de un hombre que se puso los pantalones bien puestos y fundó LA SOCIEDAD DE LOS HERMANOS DE LAS ESCUELAS CRISTIANAS, ese fue el nombre original, y estos hombres llamados Hermanos, no se quedaron de brazos cruzados y se lanzaron por el mundo, dejando su casa, familiares y comodidades para fundar escuelas en más de 80 países. Tú y yo somos herederos de esta gran familia, llevamos en nuestro corazón las fuerzas y valentía de todo lasallista, hace más de 300 años empezó esta hermosa historia y aunque parezca mentira tú eres parte importante de ella.


A los que aún siguen en Venezuela, les digo lo mismo, nada de miedos y cobardía, están enfrentando una lucha tan o más dura que los que están por fuera, no entremos en comparaciones. Lo cierto es que todos somos hermanos, con un padre fundador que nos une y nos ha traído desde nuestros hogares a amar ese apellido que nos levanta el orgullo y exige ser cada día mejores cristianos, sirviendo siempre a los demás y renovando día a día la fe que sostiene nuestras vidas. En pocas palabras, les estoy hablando de la fe, la fraternidad y el servicio.

Donde hay un lasallista tienes a un hermano. Ojalá esa frase la hagamos vida entre todos, no nos pongamos en la actitud del adulto que no logra ver a la boa y se queda mirando un sombrero. Que en tu corazón, en tus intenciones primarias siempre esté el deseo de servir, de dar la mano, de perdonar, de escuchar. Los años pasan y lo único que no logramos recuperar son los minutos consumidos.

“Cuando el misterio es demasiado impresionante es imposible desobedecer”. ¿Cuál era la orden que le estaba dando el principito al piloto? Dibujar un cordero, sí dibujar, algo sencillo y complejo a la vez, pero que le permitió a los dos convertirse en grandes amigos, el niño logra que ese adulto baje, se agache, deje de lado todas las barreras que no le permiten dejarse tocar el corazón. Un cordero es la excusa para dar inicio a una nueva y arriesgada aventura, saliendo de nuestra zona de confort, seguridad.

Cambiemos de tema. ¿Te recuerdas de nuestra primera clase?
¿Dónde acostumbrabas sentarte?
¿Quién o quiénes eran tus mejores amigos/as?
¿Les has vuelto a escribir?

Personalmente me estoy riendo al recordar ese primer día de clases, yo me preparaba muchísimo, pensaba cada palabra, cada acción, la ropa que me pondría, hasta el perfume… jajajaja Ese primer día yo estaba lleno de temor, luchaba para que no se me notara y poder reflejar seguridad y mucha seriedad (qué teatro) jajajajaja Para mí era muy importante poder tocar los corazones en ese primer día, generar inquietud, interés, incluso dudas, en algún caso incomodidad.

En estos momentos pasan por mi mente tantos rostros y nombres. Menciono especialmente los colegios La Salle Tienda Honda, La Salle La Colina y Pre Artesanal Hermano Juan, gracias por ser quienes me formaron y enseñaron a amar el mundo educativo. Qué reto tan difícil y exigente.

“¿Quién dijo que volver a empezar es fracasar?

Volver a empezar es volver a soñar, es volver a vivir. Y cuantas veces sea necesario, usted siga insistiendo. No acepte, no permita, ni se resigne a pasar por esta vida sin intentar ser feliz.”

Para cada uno de ustedes mis oraciones, el amor que siento hacia Jesucristo y su madre María, es lo mejor que puedo obsequiarles, ellos son mi columna y fortaleza.

Esta clase no termina acá, continuará,  pueden salir al receso... jajajaja

Viva Jesús en nuestros corazones… por siempre.

Espero sus comentarios.

2 comentarios:

  1. Asi como usted, hermano, recuerda con júbilo sus clases y tantos nombres de quienes hemos tenido la dicha de tenerlo como docente en alguna casa De La Salle, le comento que, en efecto, recuerdo yo también las conexiones que allí pude construir con mis compañeros de clase y los que hoy por hoy son mis verdaderos amigos a lo largo de tantos años (estuve en La Colina desde prescolar con los mismos individuos). No me voy a extender mucho, todo lo que le pueda decir lo hemos resumido en un abrazo fraternal aquél dia en Maiquetía, ¿recuerda? Que felicidad y que orgullo tenía de que me vieras uniformado, feliz. Jamás olvidaré el salón de clases, el patio (cualquiera que fuese el grado, edificio o actividad) y la siempre memorable iglesia, donde tantas cosas se vivieron; de resaltar - solo para mi particular emoción - el grupo musical, que me permitió dar pie al amor por la música y demás artes.

    Son infinitas las vivencias y los aprendizajes hermano, y creo que hablo por la promoción entera cuando le digo que, no importa si es en vivo, a través de alguna red social o algún chat, hablar con un Lasallista se ha sentido y se sentirá siempre como hablar con la familia propia.

    Un fuerte abrazo y saludos desde Panamá y conexiones (risas).

    "San Juan Bautista de la Salle..."

    "Viva Jesús en nuestros corazones..."

    Gracias por sus enseñanzas y compañía a lo largo de ni etapa educativa en mi casa, La Salle.

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    1. Doy gracias a Dios por permitirme ser testigo de tu formación y crecimiento, me llena de alegría poder leerle y saber que este escrito ha tocado tu corazón.
      Gracias por tus líneas y por compartir con todos los lectores tu experiencia dentro de La Salle.
      Que Dios siga presente en cada acción que emprendes.
      Feliz y bendecido vuelo, andas como el Principito, viajando de planeta en planeta.
      Dios te bendiga.

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Gracias por participar en este espacio de formación.