17 de febrero de 2019

GESTIÓN Y PROFETISMO


GESTIÓN Y PROFETISMO
¿Será posible que un educador o un directivo se convierta en un profeta?

Tomar la decisión de llevar una manera de vida desde una perspectiva crítica y constructiva en relación con las pesadas estructuras sociales, políticas, económicas, religiosas y culturales, es lo que llamamos “profetismo”.

Comencemos por definir ¿qué es un profeta? Lo primero que debemos aclarar es que NO es un vidente, que logra predecir mágica y trágicamente el futuro.




“El profeta evoca el sueño de un mundo diferente, con otra lógica de relaciones, la crítica y la des-absolutización de las instituciones en nombre del Señor.” (1)

El profeta observa la historia a partir de las injusticias, de los marginados, los excluidos y los más pobres. Los profetas lideran organizaciones, grupos de personas para “desorganizar” y ofrecer nuevas alternativas para reconstruir desde el plan de Dios. En otras palabras, se encargan de abrir los ojos y destapar los oídos, tocando los corazones de aquellos que no han logrado direccionar su trabajo en bien de la sociedad, buscando el beneficio de muchos y no el de unos pocos.

Gerenciar es prever, planificar, liderar la ejecución y evaluar. Todas estas acciones recobran un poder trascendental cuando se asumen desde la postura profética, teniendo como objetivo final el alcance de resultados de calidad, desde las ciencias y la transformación evangélica del ser humano.

Quiero invitarles a través de este escrito a dejar de pensar que el ser profeta le corresponde únicamente a los hombres y mujeres que han dedicado su vida al sacerdocio o la consagración religiosa. Es un llamado, una invitación que se le hace a todo ser humano que cree en el amor, en la libertad, en la paz, la justicia, el perdón, la fraternidad y la igualdad.

La coherencia entre las palabras y las acciones es una de las exigencias que debe poseer un profeta. Cuando hablamos de coherencia hacemos énfasis en la predicación y vivencia de los principios antes mencionados, por ejemplo: decir que apoyamos la libertad pero en las acciones como gerente se impide el libre pensamiento, sería totalmente contradictorio.

Entendiendo el profetismo dentro de la gestión se convierte en una solución a muchos problemas, es una alternativa innovadora, creadora de nuevas acciones y oportunidades, es una instancia dentro de la planeación, la ejecución y la evaluación, invitando a todos los agentes a ser parte protagónica.

El profeta debe comprender con lucidez los mecanismos escondidos en los hechos, lograr ver más allá de las apariencias, ¿recuerdan aquello de mirar lo “invisible” en las personas o acontecimientos? El profeta no se queda con la primera expresión o reacción, busca llegar a su origen, a aquello que lo ha generado, la primera causa, y es desde ahí que podrá tomar una decisión. Esto es lo que llamamos ser visionarios, percibir antes que los otros los llamados de Dios, hacerse siempre las preguntas ¿qué me está queriendo decir Dios con todo esto?, ¿qué debo hacer?

Carlos Mesters afirmaba “los profetas son la conciencia crítica del pueblo de Dios”. No estaba equivocado.

Vamos a reflexionar sobre los actuales rasgos del profetismo:
experiencia de Dios,
ética,
anuncio,
denuncia y
conexión.

Experiencia de Dios:
Todos los seres humanos tenemos una experiencia de Dios, cada quien conoce su itinerario, todo es cuestión de hacer consciencia del mismo y poder trabajar para sanar lo que haya que sanar y consolidar sus bases tan necesarias para avanzar.

Indiscutiblemente necesitamos del prójimo para aumentar esta experiencia de Dios, el cual habla y se nos hace presente en cada ser humano.

Las sagradas escrituras son otra herramienta que nos iluminan el camino, nos permiten evaluar y proyectar cada tramo a recorrer.

Dios ha realizado una alianza con su pueblo, alianza de salvación, de perdón y misericordia, de resurrección. Renovemos cada día esta alianza, pongamos nuestra vida en manos de Dios y que sea su Santo Espíritu el que nos lleve de la mano en nuestro rol como profetas.

Ética:
Cuando reconocemos que somos hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza, estamos aceptando que la libertad y la vida nos vienen de Él. Es por ello que el profeta defiende estos dones, el don de la vida y el don de la libertad. En el profetismo la ética nos impulsa a escapar del mal y realizar el bien, defenderlo y proclamarlo. El criterio que nos permitirá evaluar si estamos actuando correctamente es la práctica de la caridad y de la justicia social.

Anuncio:
Hoy en día los profetas tienen la misión de mantener encendida la llama de la fe, de la esperanza, del reconocimiento del bien sobre el mal; sabiendo que Dios está por encima de lo malo. El profeta anuncia la Buena Nueva, cree en ella, la reflexiona y la logra entender dentro de los acontecimientos de la historia.

Denuncia:
El profeta va reconociendo en el camino qué tan cerca o lejos está de los planes de Dios, si hemos puesto por encima nuestros intereses y deseos, si conseguimos excusas para dejar de amar a todos para amar a unos pocos. La gestión profética podría convertirse en ruido, en algo molesto, que perturba a aquellos que impulsan planes contrarios a los Evangelios. Cuando se suman la acción gerencial y el ser profeta, el miedo desaparece. Esta es una de las acciones que más exigen a todo directivo y es la más atacada por las tentaciones, en algunas ocasiones el manejo del poder corrompe a las personas, las aísla, les lleva a ser selectivos en las amistades siempre y cuando le beneficien, controla las acciones y pensamientos a su gusto, intimida y amenaza. 

Conexión:
El directivo profeta debe reconocer la importancia que tiene en su gestión el relacionarse con todas las personas posibles. Estar cerca del pueblo, de los más humildes, los pobres y sencillos. Poder escucharlos a todos, que le hablen y le compartan sus penas e inquietudes. Estar conectados es caminar junto al otro, al prójimo. Lo peor es quedarse en la oficina dirigiendo todo, desde el balcón, mirando a lo lejos y creyendo que todo está bien porque es lo que le informan. El directivo profético debe gastar los zapatos caminando por el centro educativo, de lo contrario deja de ser profeta.

Dios quiera que este escrito, que es un abre boca, sirva para la reflexión, el diálogo entre compañeros de trabajo y el alcance de nuevas metas.

Estaré atento a sus comentarios.

Viva Jesús en nuestros corazones… por siempre.

(1) MURAD Afonso; "Gestión y Espiritualidad. Una puerta entrabierta." Junio 2009, Ediciones Paulinas, Brasil.


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