GESTIÓN Y PROFETISMO
¿Será posible que un educador o un directivo se
convierta en un profeta?
Tomar la decisión de llevar una manera de vida
desde una perspectiva crítica y constructiva en relación con las pesadas
estructuras sociales, políticas, económicas, religiosas y culturales, es lo que
llamamos “profetismo”.
Comencemos por definir ¿qué es un profeta? Lo
primero que debemos aclarar es que NO es un vidente, que logra predecir mágica
y trágicamente el futuro.
“El profeta evoca el sueño de un mundo
diferente, con otra lógica de relaciones, la crítica y la des-absolutización de
las instituciones en nombre del Señor.” (1)
El profeta observa la historia a partir de las
injusticias, de los marginados, los excluidos y los más pobres. Los profetas
lideran organizaciones, grupos de personas para “desorganizar” y ofrecer nuevas
alternativas para reconstruir desde el plan de Dios. En otras palabras, se
encargan de abrir los ojos y destapar los oídos, tocando los corazones de
aquellos que no han logrado direccionar su trabajo en bien de la sociedad,
buscando el beneficio de muchos y no el de unos pocos.
Gerenciar es prever, planificar, liderar la
ejecución y evaluar. Todas estas acciones recobran un poder trascendental
cuando se asumen desde la postura profética, teniendo como objetivo final el
alcance de resultados de calidad, desde las ciencias y la transformación
evangélica del ser humano.
Quiero invitarles a través de este escrito a
dejar de pensar que el ser profeta le corresponde únicamente a los hombres y
mujeres que han dedicado su vida al sacerdocio o la consagración religiosa. Es
un llamado, una invitación que se le hace a todo ser humano que cree en el
amor, en la libertad, en la paz, la justicia, el perdón, la fraternidad y la
igualdad.
La coherencia entre las palabras y las acciones
es una de las exigencias que debe poseer un profeta. Cuando hablamos de coherencia
hacemos énfasis en la predicación y vivencia de los principios antes
mencionados, por ejemplo: decir que apoyamos la libertad pero en las acciones
como gerente se impide el libre pensamiento, sería totalmente contradictorio.
Entendiendo el profetismo dentro de la gestión
se convierte en una solución a muchos problemas, es una alternativa innovadora,
creadora de nuevas acciones y oportunidades, es una instancia dentro de la
planeación, la ejecución y la evaluación, invitando a todos los agentes a ser
parte protagónica.
El profeta debe comprender con lucidez los
mecanismos escondidos en los hechos, lograr ver más allá de las apariencias, ¿recuerdan
aquello de mirar lo “invisible” en las personas o acontecimientos? El profeta
no se queda con la primera expresión o reacción, busca llegar a su origen, a
aquello que lo ha generado, la primera causa, y es desde ahí que podrá tomar
una decisión. Esto es lo que llamamos ser visionarios, percibir antes que los
otros los llamados de Dios, hacerse siempre las preguntas ¿qué me está
queriendo decir Dios con todo esto?, ¿qué debo hacer?
Carlos Mesters afirmaba “los profetas son la
conciencia crítica del pueblo de Dios”. No estaba equivocado.
Vamos a reflexionar sobre los actuales rasgos
del profetismo:
experiencia de Dios,
ética,
anuncio,
denuncia y
conexión.
Experiencia de Dios:
Todos los seres humanos tenemos una experiencia
de Dios, cada quien conoce su itinerario, todo es cuestión de hacer consciencia
del mismo y poder trabajar para sanar lo que haya que sanar y consolidar sus
bases tan necesarias para avanzar.
Indiscutiblemente necesitamos del prójimo para
aumentar esta experiencia de Dios, el cual habla y se nos hace presente en cada
ser humano.
Las sagradas escrituras son otra herramienta
que nos iluminan el camino, nos permiten evaluar y proyectar cada tramo a
recorrer.
Dios ha realizado una alianza con su pueblo,
alianza de salvación, de perdón y misericordia, de resurrección. Renovemos cada
día esta alianza, pongamos nuestra vida en manos de Dios y que sea su Santo
Espíritu el que nos lleve de la mano en nuestro rol como profetas.
Ética:
Cuando reconocemos que somos hijos de Dios,
creados a su imagen y semejanza, estamos aceptando que la libertad y la vida
nos vienen de Él. Es por ello que el profeta defiende estos dones, el don de la
vida y el don de la libertad. En el profetismo la ética nos impulsa a escapar
del mal y realizar el bien, defenderlo y proclamarlo. El criterio que nos
permitirá evaluar si estamos actuando correctamente es la práctica de la
caridad y de la justicia social.
Anuncio:
Hoy en día los profetas tienen la misión de
mantener encendida la llama de la fe, de la esperanza, del reconocimiento del
bien sobre el mal; sabiendo que Dios está por encima de lo malo. El profeta
anuncia la Buena Nueva, cree en ella, la reflexiona y la logra entender dentro
de los acontecimientos de la historia.
Denuncia:
El profeta va reconociendo en el camino qué tan
cerca o lejos está de los planes de Dios, si hemos puesto por encima nuestros
intereses y deseos, si conseguimos excusas para dejar de amar a todos para amar
a unos pocos. La gestión profética podría convertirse en ruido, en algo molesto,
que perturba a aquellos que impulsan planes contrarios a los Evangelios. Cuando
se suman la acción gerencial y el ser profeta, el miedo desaparece. Esta es una
de las acciones que más exigen a todo directivo y es la más atacada por las
tentaciones, en algunas ocasiones el manejo del poder corrompe a las personas,
las aísla, les lleva a ser selectivos en las amistades siempre y cuando le
beneficien, controla las acciones y pensamientos a su gusto, intimida y amenaza.
Conexión:
El directivo profeta debe reconocer la
importancia que tiene en su gestión el relacionarse con todas las personas
posibles. Estar cerca del pueblo, de los más humildes, los pobres y sencillos.
Poder escucharlos a todos, que le hablen y le compartan sus penas e
inquietudes. Estar conectados es caminar junto al otro, al prójimo. Lo peor es
quedarse en la oficina dirigiendo todo, desde el balcón, mirando a lo lejos y
creyendo que todo está bien porque es lo que le informan. El directivo
profético debe gastar los zapatos caminando por el centro educativo, de lo contrario
deja de ser profeta.
Dios quiera que este escrito, que es un abre
boca, sirva para la reflexión, el diálogo entre compañeros de trabajo y el
alcance de nuevas metas.
Estaré atento a sus comentarios.
Viva Jesús en nuestros corazones… por siempre.
(1) MURAD Afonso; "Gestión y Espiritualidad. Una puerta entrabierta." Junio 2009, Ediciones Paulinas, Brasil.