NO SÉ CÓMO EXPLICARME…
Por lo complicado que es el tema no ha sido fácil encerrarlo
en pocas palabras que puedan expresar como título lo que hay en el fondo.
Este escrito está dedicado a todos los padres de familia, a
todos los educadores y en especial a aquellos jóvenes adolescentes que están
entrando poco a poco a formar parte del mundo complicado de los adultos.
¿Quién podría afirmar que conoce sin riesgo de equivocarse
de la realidad emocional que están viviendo los niños y los adolescentes hoy en
día?, ¿qué papá o mamá podría afirmar que conoce plenamente a su hijo?, ¿qué
educador podría decir que conoce a todos sus estudiantes?
Si la respuesta a estas preguntas es negativa, entonces
reconocemos que estamos entrando en un terreno muy pantanoso, delicado,
riesgoso. Siempre que puedo les recuerdo a los educadores, “ustedes no entran a
un salón de clases únicamente a impartir conocimientos, entran a los salones de
clases a dar vida, a tocar corazones y salvar almas y para hacer eso la excusa perfecta
es a través de las matemáticas, la biología, la geografía, la historia, etc.”
Si no somos psicólogos, no nos pongamos a jugar con esa área
de la ciencia y a inventar teorías, cada quien a lo suyo. Lo que sí no debemos
dejar de lado es el primer paso del método científico tan útil y necesario para
todo lo que deseamos emprender, sobre todo si afecta las relaciones humanas.
El título de este escrito “No sé cómo explicarme…” quiere hacer
referencia a las palabras utilizadas por algunos jóvenes cuando hacen algo que
no está dentro de las normas o el deber ser y al interrogarlos sobre el ¿por
qué hicieron eso? No saben qué responder, no se saben explicar, frecuentemente
nos dicen que es por jugar, es en broma, que es algo normal, etc.
Pondré algunos ejemplos reales para aterrizar el tema.
- · Alberto en todos los recesos se dirige a los baños del colegio y se encierra hasta terminar el tiempo de descanso. Evita a los compañeros.
- · María aparentemente no se molesta cuando los varones le tocan sus partes íntimas en medio del resto de sus compañeros de clase. Dice que eso es normal.
- · José se retira al fondo del patio y se sienta todos los días bajo un árbol, expresa que es mejor estar solo que mal acompañado.
- · Marcos acepta los retos y apuestas que algunos compañeros le ponen, aunque ello ponga en riesgo su salud e integridad. Expresa que es un juego.
- · Rocío no tiene amigos de su edad en el colegio, la gran mayoría son menores que ella. Lo ve como algo normal.
- · Simón pasa horas metido en sus videos juegos, no comparte con otras personas ni compañeros. Se molesta si le interrumpen.
- · Le preguntamos a Jorge por qué tiene esas marcas de cortadas en sus brazos y dice que todo el mundo lo hace, que es normal.
- · Francisca llegó al colegio con unos morados en sus piernas; no sabe qué decir, más bien le causa gracia.
- · Rodrigo y Andrés decidieron en la hora del receso entrar a un salón de clases y orinarse sobre los bolsos de algunos estudiantes. Para ellos es un juego.
Estas situaciones son reales, no las he inventado, lo único
que he decidido cambiar son los nombres de sus protagonistas.
¿Cómo se puede dar clases como si no pasara nada cuando
observo que tengo a un estudiante que entra llorando a clases?
¿Cómo se puede dar clases como si nada pasara cuando observo
que nadie quiere trabajar en equipo con uno de los estudiantes?
¿Cómo se puede dar clases como si no pasara nada cuando
observo que un grupo pequeño de estudiantes llegan del receso con los ojos
rojos y mucho sueño?
Ningún educador podría dar clases como si no pasara nada, al
contrario, está pasando algo y no es fácil de abordar por lo delicado del
asunto. La vida del educador se transforma al enfrentarse a situaciones
similares y se convierte en un embajador de Jesucristo, debe buscar ayuda de un
especialista, observar delicadamente lo que está sucediendo y comenzar por
hacer un llamado de alerta al resto de los compañeros de trabajo.
Es evidente que si uno aborda al joven y le pregunta qué le
está pasando no nos va a responder de una vez, no dirá la verdad, tendrá miedo
o simplemente responderá “no sé cómo explicarme…” Es que lo que este joven está
viviendo es inmensamente complejo, es mucho lo que en su mente y corazón está
pasando y para llegar al centro de este asunto hay que descubrir cuáles son las
causas y poner orden.
Las estrategias se construyen dependiendo del caso. Lo que
sí no dará nunca buen resultado es cuando nos convertimos en amenaza y no en
oportunidad. Cuando los estudiantes ven al educador o a sus papás como su
oportunidad para avanzar, para crecer y salir de su estado crítico, se lograrán
los objetivos de ayuda y servicio deseados. La familia y la escuela deben estar
en alianza, en perfecto diálogo, como estrategia preventiva y de
acompañamiento.
Las guardias que se realizan en el tiempo de receso, no son
únicamente para evitar peleas, robos, o accidentes; tienen la gran
responsabilidad de prevenir y formar, de orientar y acompañar, de estar cerca
de cada joven, incluso de celebrar y fortalecer la amistad (sin pasar las
fronteras debidas) y la confianza.
El docente no es la solución a los problemas internos que
viven nuestros jóvenes, pero sí puede ser el trampolín que les ayude a dar el
paso hacia la solución. Es el adulto guía, inspirador, motivador.
Los colegios no pueden seguir “ciegos” ante las situaciones “anormales”
que se van viviendo en sus patios y salones de clases. ¿Cuál es la empresa que
maneja los modelos de excelencia y calidad que nos dará las cinco estrellas tan
deseadas para que una vez obtenidas sean publicadas en un lugar visible de la
institución y nos sintamos orgullosos? Como lo vengo anunciando en escritos
anteriores, nuestras estrellas de reconocimiento social no nos la otorgan
empresas externas al colegio, nuestras estrellas son cada uno de los niños y
jóvenes que Dios nos ha confiado, y son ellos junto a sus padres de familia,
quienes nos darán el mayor reconocimiento social como lo es el alcance de su
felicidad.
Que cada escuela y cada hogar se conviertan en centros de
salvación.
Viva Jesús en nuestros corazones… por siempre.
Espero sus comentarios.
Gracias totales por cada reflexión... Tengo sentimientos encontrados; leyéndote, recuerdo tantos "no sé cómo explicarme" que me he topado, y otros tantos "por bromear" y algunos "eso es normal profe, así nos jugamos"; sin duda, cada uno de ellos esconde una historia que no ha logrado resolver. Bendito Dios cuando puedes orientar, tocar corazones para transformar y ser instrumento para que encuentren respuestas y palabras que les permitan explicar(se) su realidad y alcanzar la salvación. Estamos de acuerdo, no podemos ver para otro lado ante este tipo de situaciones; y el mayor reconocimiento es el agradecimiento de nuestros estudiantes, ellos son nuestras estrellas. Confieso, quedo un poco afligida por los "no sé, por bromear" que me quedan pendientes... Los que afronté, pero no logré salvar -tengo la sensación de que me quedaron "pendientes", Dios sabe que hice lo que pude y más- y los que pasaron desapercibidos, los que no pude ver o no he podido ver aún... Pido a Dios me permita ver a través de su mirada, para poner la atención en lo verdaderamente importante. Gracias por inspirar(me), por ser y estar... Mi respeto, admiración y cariño! Un gran abrazo!
ResponderEliminarGracias Luisa por compartir con nosotros tu experiencia y sentimientos. Esta vocación de educador la estás asumiendo con mucha seriedad y eso es lo que Papá Dios quiere. No te quedes tranquila cuando un estudiante te responde "eso es normal profe, así nos jugamos", si tú estás clara que no es normal, entonces debes activar las acciones necesarias para evitar males peores. Cuentas con un departamento de psicología, con especialistas que deben y pueden ayudarte.
EliminarUn gran abrazo, pido a Dios por tu vida y tus acciones.
Este tema tiene un alto grado de importancia, debido a la vulnerabilidad a la que son sometidos nuestros jóvenes, y bien sea por inexperiencia o inmadurez ellos no son capaces de manejar adecuadamente situaciones emocionales y muchos menos afectivas, es deber de los adultos supervisores el acompañamiento y la atención que ellos requieren, un padre siempre debe estar vigilante y celoso en cuanto a la compañía de los hijos, y a las actividades de entretenimiento que realizan, al hijo se le pregunta para donde vas?con quién andas? qué necesitas? cómo te sientes? a los hijos se les abraza cuando no tenemos que decir, se les besa, se les guiña el ojo, es decir, se les toma en cuenta con gestos mínimos,pero que para ellos son inmensamente significativos, igual que los padres los docentes debemos estar atentos, a comportamientos, señales e indicadores que generen una alerta, por otra parte no podemos pretender resolver situaciones para las cuales no hemos sido capacitados, ya que por no poseer herramientas adecuadas puedo brindar una ayuda que no sea la mas idónea y pudiera empeorar una determinada situación,si en el centro contamos con especialistas en las áreas de orientación y psicología debemos apoyarnos en ellos.
ResponderEliminarNeulys muchísimas gracias por tu reflexión, sin duda alguna enriquece y fortalece el mensaje que he querido ofrecer.
EliminarEste tema es importantísimo, no tiene fecha de vencimiento, no lo escribo porque esté de moda, todo lo contrario, deseo invitar a los padres de familia y a los educadores a estar muy atentos, a no dejar pasar por alto ciertas conductas de nuestros niños y jóvenes que pueden estar exigiendo más atención de nuestra parte.