PRIMERA PARTE
¿Cómo podemos lograr que un estudiante ocupe el centro, mientras algunos educadores se encuentran en las periferias?
Nuestro escenario educativo,
está sostenido por seres humanos que poseen diversas historias, experiencias
que han dejado huellas y que al pasar de los años han ido definiendo la
personalidad, el pensar y actuar de cada uno.
Sería muy ingenuo pensar, que
todos entramos por las puertas de la escuela siendo maravillosos, educados,
fraternos, solidarios o creyentes. Sí existen testimonios de
educadores que construyen el Reino de Dios en la escuela, que se convierten en
“ángeles custodios” de cada uno de los niños o jóvenes que se les han confiado;
pero, lamentablemente, existe otro grupo, muy reducido, que cargan en sus
espaldas la dura y pesada roca del dolor, de unas heridas que dejan cicatrices
desde la infancia, convirtiéndose en un obstáculo para transitar su camino al
encuentro y reconocimiento de su vocación.
Es correcto que al hablar de educación, el mayor porcentaje de nuestra mirada se dirija hacia el alumno, ya que ellos son los más vulnerables, son la razón de ser. Desde que el hombre tiene conciencia de su historia, la enseñanza ha ocupado un papel protagónico, los padres enseñan a los hijos todo lo necesario para sobrevivir y conservar las tradiciones y ritos familiares. El conocimiento le otorga poder al que lo posee, le permite influir sobre los otros y mejorar la calidad de vida, atraer el desarrollo y los avances, tanto económicos como científicos, espirituales y culturales.
“En aquel tiempo, entró Jesús en una sinagoga y había un hombre que tenía la mano paralizada. Los fariseos estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio». Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?» Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: Extiende la mano». Él la extendió y quedó restablecida su mano. En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra él para ver cómo eliminarle.” (2)
Considero oportuno proponer este pasaje de las
Sagradas Escrituras como uno de los íconos evangélicos inspiradores de la
escuela cristiana, ampliando nuestra mirada y reflexión en cada personaje y
detalle que se nos relatan. ¿Es lícito en la escuela hacer el bien en vez del
mal, salvar una vida en vez de destruirla?, ¿cuántas vidas se pueden salvar en
una escuela?, ¿cuál es la ley que predomina?
Para nosotros la escuela es un lugar de salvación, podemos
trasladar la imagen del templo a los colegios, espacios sagrados en donde la
vida nace y se fortalece, se recupera y germina. Más adelante volveremos a
abordar este texto del Evangelio.
Si queremos que el estudiante ocupe el centro, cabe
preguntarnos ¿quién le ofrece ese espacio a los niños y jóvenes que asisten a
las escuelas? La respuesta parece ser que los educadores y seguidamente surgen nuevas interrogantes, ¿los maestros son conscientes de esto?, ¿conocen
los pasos a seguir para convertir la escuela en un lugar de salvación?, ¿cuántos
maestros viven en la periferia y no lo saben?
Un maestro vive en la periferia cuando:
* No reconoce que se le ha confiado la vida de sus estudiantes para amarlos y revelarles el mensaje de salvación,
* cree que su única responsabilidad es transmitir conocimientos,
* cuando cada encuentro con sus estudiantes no lo ve como una nueva oportunidad sino una obligación,
* cuando no ha logrado reconocer el paso de Dios por su vida,
* cuando no ha recibido el mensaje de salvación,
* cuando agrede o irrespeta a los estudiantes,
* cuando no actúa justamente,
* cuando no aprovecha los desaciertos de sus estudiantes como una oportunidad de crecimiento,
* cuando no se reconoce como embajador y ministro de Jesucristo,
* cuando no se preocupa en conocer las dificultades que atraviesan sus estudiantes,
* cuando no participa del proceso de construcción del Reino de Dios.
“La pregunta pastoral no es de ninguna manera ¿cómo hablaremos de Jesús a los hombres de hoy? La pregunta pastoral es siempre ¿cómo habla Jesús en los hombres de hoy? Quien se plantea la primera pregunta no busca signos. Está convencido de haber oído hablar a Dios y de saber qué ha dicho de una vez para siempre. En su perspectiva, el problema pastoral es un problema de medios, un problema que reside en averiguar cuáles son las adaptaciones de lenguaje que hay que hacer para que lo mismo de siempre sea entendido hoy. Un problema de recursos, técnicas y dinámicas. El que se hace la segunda pregunta, en cambio, sabe que el problema está en las mediaciones. Sabe que Dios habló en Jesús de un modo único e insuperable. Pero sabe también que el Espíritu está entregado en el mundo y que Jesús es Señor de la Historia.” (3)
Este texto nos permite adentrarnos un poco más en
lo que será nuestra respuesta a la pregunta inicial y que posee el título de
este ensayo ¿cómo podemos lograr que un
estudiante ocupe el centro, mientras algunos educadores se encuentran en las
periferias? En la medida en que existan maestros vocacionados, los estudiantes
ocuparan el centro, cuando nos hacemos la pregunta “¿cómo habla Jesús en los
hombres de hoy?” estamos en el camino acertado, escuchando al educador, a ese
hombre y mujer que toca las puertas de la escuela pidiendo empleo, sin
imaginarse que ha llegado a un “lugar de salvación”, a su casa, en donde se le
acoge y valora por lo que es, por lo que sabe y es capaz de recibir y dar a los
demás. Cuando eso sucede, la escuela deja de ser una estructura rígida, para
pasar a ser un hogar, en donde el calor del fuego reúne a todos en su entorno y
los fortalece, ahí comienza a nacer la comunidad cristiana.
Ante estas interrogantes y el reconocimiento de ofrecer un aporte al sistema educativo, comparto las siguientes ideas que pueden llegar a implementarse en cada escuela:
1. Conformación de comunidades de educadores.
2. Plan de acompañamiento y evangelización.
3. Renacidos en el Espíritu.
En una próxima publicación procederemos a explicar cada uno de los tres puntos antes mencionados.
Bibliografía:
(1) Encíclica Fratelli Tutti, Papa Francisco, Asís 2020, #167.
(2) Del Evangelio según San Mateo 3,1-6
(3) “Pastoral Educativa. Una mirada de fe sobre la tarea escolar”; RODRÍGUEZ Santiago fsc; Cuaderno MEL #28; página 13; Roma, junio 2005.