31 de mayo de 2020

"NUESTRO MODO DE VIVIR NO ES DURO COMO LA PIEDRA"



 Las Piedras Piedra Gris - Foto gratis en Pixabay
“NUESTRO MODO DE VIVIR NO ES DURO COMO LA PIEDRA”
Pentecostés, tiempo de renovación

Luego de tanto tiempo sin alimentar el blog “Humano, Educador y Creyente” el cual nació como una maravillosa válvula de escape en medio de una gran crisis personal, días de incertidumbre, temor, búsqueda, desconcierto e incluso dudas; hoy decido retomarlo, ya que su efecto, sin yo llegar a imaginarlo, se ha convertido en un maravilloso aporte a la reflexión, el sentir y actuar de miles de personas.

Hoy quiero renovar mi agradecimiento a todos aquellos que me invitan a seguir escribiendo y en especial a no rendirme en este riesgo de escribir y expresar tantas ideas. En estos momentos es cuando recuerdo con mucho cariño a un maestro que tuve en el colegio y que años después, la vida me permitió compartir aulas con él, me refiero a José María Bernechea. 


En el año 2000 me encontraba trabajando en el Colegio La Salle La Colina, en la ciudad de Caracas, tenía una fuerte carga de horas de clases y saliendo de un curso luego de dar mi clase de formación religiosa, me topé en el receso con el profesor Bernechea quien cubría su momento de guardia frente a la capilla del colegio, nos pusimos a conversar, yo necesitaba desahogar un enojo e inquietud que traía, ya que ponía todo mi esfuerzo y conocimientos para intentar tocar la vida de los estudiantes y que pudieran motivarse a conocer los Evangelios, era muy difícil, algunos no mostraban interés y expresaban rechazo a mis palabras y estrategias; al compartir todo esto con el profesor Bernechea, él me dijo:

“Leo, no te rindas, porque el demonio quiere taparnos la boca y que no se hable de estas cosas, la principal tarea del mal, es convencernos de que él no existe, y que somos 100% libres de hacer lo que nos dé la gana, ignorando que muchas acciones son el resultado de sus tentaciones en nuestras vidas, no te calles ni dejes de proclamar los Evangelios.”

Esa conversación la tuvimos hace 20 años y sus palabras quedaron grabadas en mi corazón, no he dejado de cuestionarme, de permitirle a mis estudiantes que me enseñen, de mirar a los ojos y de intentar tocar los corazones, no con el “libro” llamado Biblia, sino con la vida traducida en Jesucristo.

Deseo en este escrito compartir mensajes y reflexiones de otro de mis grandes maestros, el hermano Carlos Bazarra OFM (Cap.), el cual fue sacerdote, pero no le agradaba que le dijeran “Padre”, nos recordaba que somos hermanos, hijos de un mismo Padre y que la fraternidad nos hace más cercanos, humildes, hijos, servidores y misericordiosos, él era fiel reflejo de San Francisco de Asís.

“En la entrada del Museo de Oro en Bogotá se puede leer un texto mitológico colombiano: "Nuestro modo de vivir no es duro como la piedra. Es como la vista penetrante de un cristal que traspasa. Así son nuestros hermanos y así son nuestros hijos. La estabilidad de un horcón no perdura, pero la bondad y el calor del sol sí perdura, porque tenemos su cristal en nuestro ser". El horcón, me han dicho que es el tronco que se fija en el suelo y sobre el cual se asientan las vigas de una choza indígena. Con el tiempo el horcón se pudre y hay que cambiarlo por otro nuevo. Los indios experimentaron esta verdad profunda: el comején acaba con el horcón, pero no puede destruir la bondad del corazón. Coincidencia total con el mensaje evangélico: "No amontonen tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban. Amontonen más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan ni ladrones que socaven y roben. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón" (Mt 6, 19- 21). [página 18] (1)

Nuestro modo de vivir no es duro como la piedra, la vida da muchos cambios, en cuestión de minutos todo aquello que consideramos seguro y estable puede cambiar, incluso derrumbarse, convertirse en la mayor y verdadera prueba de fuerza o supervivencia, solamente aquel que ha atravesado el camino de la inseguridad o el de la incertidumbre y la caída, es capaz de detenerse para mirar atrás y replantear el futuro.

En cambio, nuestro modo de vivir es como la vista penetrante de un cristal que traspasa. Llegar a esta experiencia de ver más allá de lo esencial, de lo primeramente visible es lo que nos permitirá hacer de nuestras vidas un verdadero escenario en donde los colores y la misericordia sean quienes irradien cada paso que damos y nos permitan prepararnos para el nuevo momento en el que toque cambiar el horcón las veces que sea necesario.

Si lográramos comprender que el camino a la felicidad está marcado por la misericordia y no por la miseria.

La misericordia es la capacidad que nos da Dios de abrir nuestros corazones ante la miseria humana, sin juicios, sin señalamientos, abriendo los brazos como lo hizo el padre en la parábola del Hijo Pródigo, y antes de que su hijo abriera los labios, el padre salió corriendo, lo abrazó y llenó de besos, porque este hijo que se había ido y lo consideraba muerto, ha vuelto a la vida.

En nuestras sociedades necesitamos de normas, leyes, disciplina, horarios y acuerdos; eso es correcto, de lo contrario estaríamos frente a un terrible escenario de caos y destrucción. Lo incorrecto sería darle más valor y fuerza a la ley del sábado que al hombre hijo de Dios.


Guia de las Escuelas por Martin Corral

El mismo S. Juan Bautista De La Salle en el siglo XVII en la obra que escribe junto a los Hermanos, titulada “La guía de las Escuelas Cristianas”, le recuerda al maestro que antes de poner un castigo o sanción a un estudiante por una falta cometida, debe conversar con este, lograr identificar cuál fue la motivación que lo llevó a ese error y juntos, buscar el camino para enmendar y no volver a caer. Eso es un acto de misericordia, mirar a los ojos y tocar el corazón.

El hermano Bazarra nos sigue diciendo:

“Las diferentes actitudes que se toman en la vida frente a unos mismos problemas, dependen de la disposición del corazón. Un ser insensible se encoge de hombros ante el sufrimiento de otro. Una persona compasiva viendo sufrir a uno, experimenta un cambio, se altera (en el sentido etimológico de la palabra), es decir, se vuelve hacia el otro para aliviarle. La miseria le pone en movimiento hacia la misericordia. Se pasa del egocentrismo hacía la alternancia. Esto nunca lo da la dureza sino la sensibilidad.” [página 18] (1)

Este artículo lo estoy escribiendo en la fiesta de Pentecostés (domingo 31, de mayo de 2020), y antes de comenzar a escribirlo le pedía al Espíritu Santo que pusiera en mi mente las palabras correctas y en mi corazón los mejores sentimientos para poder llegarle a los lectores y que juntos sigamos trabajando sin cansancio por hacer de este mundo un mejor hogar. También hemos estado celebrando los 5 años desde que el Papa Francisco escribió la Encíclica Laudato Sí “alabado seas”.

[2] “La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura.” (2)

Nuevo impulso a campaña mundial por Laudato si | Reflexión y ...

Esta pandemia que vivimos a causa del COVID-19, nos ha dejado marcas para toda la vida. El ritmo y estilo de vida que traíamos, se han visto violentamente obligados a cambiar, ojalá que los signos visibles y evangélicos que se han hecho presentes no los olvidemos. Hemos reconocido el verdadero valor de un abrazo, de poder mirarnos a los ojos, de compartir el pan y rezar unos por otros con más fuerzas; ojalá que en nuestros corazones y futuros planes, existan nuevas ideas que sirvan para construir el hogar que deseamos tener y heredar para las generaciones futuras.

Continúo citando la Encíclica Laudato si:

[10] “Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad. Es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología, amado también por muchos que no son cristianos. Él manifestó una atención particular hacia la creación de Dios y hacia los más pobres y abandonados. Amaba y era amado por su alegría, su entrega generosa, su corazón universal. Era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo. En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior.” (2)

Hoy nuevamente el Espíritu Santo nos invita a “cuidar lo que es débil”, y sería un excelente ejercicio detenernos a pensar en este asunto. ¿Quién o qué, forma parte de la lista de lo más débil? Ciertamente nuestro planeta y dentro de toda la creación aparecen los niños, los ancianos y toda mujer y hombre que no conoce el amor, que ha sido víctima de rechazo, desprecio, olvido o injusticia. Como bien explica el Santo Padre en la encíclica, la naturaleza y la humanidad son inseparables y San Francisco supo reconocerlo en el siglo XII, hoy estamos en el siglo XXI y pareciera que no logramos comprenderlo del todo. Tarea pendiente.

El hermano Carlos Bazarra nos enriquece la reflexión con el siguiente texto:

“Me atrevo a afirmar que la espiritualidad cristiana no puede tener otros cauces que los de la misericordia. Que ser cristiano y fiel al Evangelio no es más que entregarse a vivir la misericordia en todas sus dimensiones. Las obras de misericordia no pueden pasar de moda.
Ser humano es tener misericordia. Por eso, podemos afirmar que Dios es verdaderamente humano, aun antes de crear al hombre. Porque tenía esta dimensión de humanidad (rasgos de misericordia) pudo crear al hombre y a la mujer "a su imagen y semejanza" (Gn 1,26).” [página 5] (1)


Qué afirmación tan fuerte la que Carlos Bazarra nos hace. Quiere decir que ser cristiano es una condición obligante y conexa con ser misericordioso en todas sus dimensiones. Ser misericordioso es tener la capacidad de escuchar, de mirar a los ojos, de permitir que el otro toque tu corazón y juntos descubrir el camino a la reconciliación, corrigiendo lo que sea necesario y celebrando el regreso a casa.

LA PARED AMARILLA: EL HORIZONTE DE LA MISERICORDIAAfirmar que “Dios es verdaderamente humano” es reconocer que hemos sido creados desde el amor, desde la misericordia. Antes de hablar de pecado original, sería más fructífero hablar del amor original, aquel que nos dio la vida, que nos ha hecho imagen y semejanza suya y no conforme con eso, decide encarnarse, ser uno entre nosotros y dando su vida nos libera del pecado y de la muerte, su amor es tan grande que no se aparta de nosotros, y es por medio de su Santo Espíritu que nos sostiene y envía para hacer de este mundo un verdadero hogar, a pesar las dificultades y las batallas constantes contra el mal.

Que estas líneas que hoy les comparto puedan traducirse en todos los escenarios posibles, en la relación de los padres con sus hijos, maestros y estudiantes, vecinos y amigos, parejas, y por su puesto con toda la naturaleza.

“La aventura es tomar en serio el tránsito de la crueldad del hombre a la misericordia de Dios. Es la aventura cristiana de Jesús de Nazaret. Optó por la misericordia, por el perdón, por la solidaridad con los pobres y los pecadores.” [página 6] (1)

Feliz fiesta de Pentecostés para todos.

Vigilias de oración por Pentecostés 2020 – Pastoral de Juventud

ORACIÓN (Secuencia):

“Ven, Espíritu Divino manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; 
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.”


Bibliografía
(1)    BAZARRA, C.; Vivir la misericordia. Una alternativa a la violencia, Ediciones Paulinas, 1996, Bogotá, Colombia.
(2)    PAPA FRANCISCO I, Encíclica Laudato si, 2015, Ciudad del Vaticano.